Tener las ventanas de la casa I bien limpias es importante para que nuestro hogar esté prolijo y cuidado. Para que no acumulen suciedad y con el tiempo se vuelvan difíciles de lavar hay que repasarlas frecuentemente.
Además, conviene acostumbrarse a cerrar las persianas cada vez que llueve para que no se ensucien. Lo mejor es comenzar limpiando las repisas que se encuentran debajo. Para hacerlo saque todos los objetos que se encuentren apoyados allí y corra las cortinas para impedir que se ensucien.
Prepare dos baldes: uno con agua limpia, para enjuagar y otro con agua y detergente o cualquier producto de limpieza. También necesitará un limpiavidrios o esponja y un trapo de hilo (las sábanas o camisas viejas son apropiadas porque no dejan pelusa). Primero, limpie los marcos de las ventanas, ya que si lo hiciera al final correría el riesgo de volver a ensuciar los vidrios.
Pase la esponja o el aparato limpiavidrios embebido en agua jabonosa. Empiece sacando la suciedad de los bordes y vaya avanzando hacia el centro.
Enseguida enjuague con agua limpia y pase la goma escurridora del limpiavidrios. Seque la goma después de cada pasada para que no deje marca. Por último, frote el vidrio con un trapo limpio y seco (si es de hilo, mejor).
Además, conviene acostumbrarse a cerrar las persianas cada vez que llueve para que no se ensucien. Lo mejor es comenzar limpiando las repisas que se encuentran debajo. Para hacerlo saque todos los objetos que se encuentren apoyados allí y corra las cortinas para impedir que se ensucien.
Prepare dos baldes: uno con agua limpia, para enjuagar y otro con agua y detergente o cualquier producto de limpieza. También necesitará un limpiavidrios o esponja y un trapo de hilo (las sábanas o camisas viejas son apropiadas porque no dejan pelusa). Primero, limpie los marcos de las ventanas, ya que si lo hiciera al final correría el riesgo de volver a ensuciar los vidrios.
Pase la esponja o el aparato limpiavidrios embebido en agua jabonosa. Empiece sacando la suciedad de los bordes y vaya avanzando hacia el centro.
Enseguida enjuague con agua limpia y pase la goma escurridora del limpiavidrios. Seque la goma después de cada pasada para que no deje marca. Por último, frote el vidrio con un trapo limpio y seco (si es de hilo, mejor).