Los mosaicos venecianos, conocidos popularmente como venecitas, se caracterizan por ser resistentes, con colores inalterables y adaptables por su tamaño a toda clase de superficies como paredes curvas y columnas.
Desde la decoración, resultan un elemento único y diferenciador: tienen una paleta muy amplia de colores que incluye desde los primarios hasta las tonalidades menos comunes, mezclas y veteados.
De esta forma, se trabaja con mosaicos venecianos casi con la misma libertad que con la pintura.
Se pueden hacer dibujos con diseños originales y exclusivos y sectorizar los diferentes espacios de un ambiente a través de la utilización de diferentes tonalidades.
Pueden usarse para hacer desde un trabajo en forma de cuadro hasta extensos murales en paredes exteriores o interiores o simplemente para revestir una pared del baño o una pileta de natación, un uso muy común.
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