Los depósitos son los responsables muchas veces, de que nos cueste conciliar el sueño. No hablamos, claro está, de los
depósitos bancarios, que también tienen esa cualidad, sino de los del agua para el
inodoro.
Estos artefactos están trabajando siempre en condiciones adversas: materiales metálicos sumergidos en agua, roces y desgastes continuos. No es raro entonces que cada tanto manifiesten algunos "achaques": pérdida constante de agua, lentitud para llenarse o la rotura del dispositivo de descarga. Una revisión del aparato, nos dirá si está a nuestro alcance
arreglarlo nosotros mismos, sin recurrir al técnico. Para ello, hay que saber cómo funcionan estos depósitos y cuáles son sus desperfectos más comunes.
Lo que llamamos
depósito del agua para el
inodoro es un recipiente que almacena una cantidad suficiente de agua, que al ser liberada arrastra el contenido de la taza del inodoro. El sistema de funcionamiento consta de un mecanismo de llenado automático y otro de vaciado.
El mecanismo primero de
llenado automático está formado por un flotador (por lo general una bola de telgopor) que cuando el agua llega a un nivel determinado, cierra mediante una palanca la
válvula de entrada del agua. Los inconvenientes más comunes de este mecanismo se producen por acumulación de sarro o herrumbre, que debido a roces inapropiados impiden el correcto desplazamiento del flotador o que la válvula de entrada del agua cierre completamente. En estos casos se deberá desarmar la parte que funciona mal y con la ayuda de una lima o papel de lija liberarla del sarro o de la herrumbre.
Si hay alguna pieza muy dañada, se la reemplaza adquiriendo, con la muestra correspondiente, el repuesto en una casa de
sanitarios.
El mecanismo de vaciado más común está constituido por una goma (parecida a una sopapa) que se levanta por un sistema de palancas (al apretar un botón, gira una manivela o tira de una cadena) y libera el agua en el depósito.
Los desperfectos más comunes de este sistema se deben por un lado, a la acumulación de partículas extrañasque impiden el desplazamiento o acople correcto de sus partes, y por otro lado al deterioro de la goma que cierra la salida del agua. Para arreglar el problema, en el primer caso se deberá
limpiar cuidadosamente las partes atacadas por la corrosión, y en el segundo se deberá reemplazar la goma vieja por una nueva.