La mayoría de los métodos para alterar las condiciones ambientales se hallan vinculados con instalaciones térmicas como por ejemplo chimeneas, radiadores, aires acondicionados, y estufas. Cada una de estas opciones tiene sus ventajas y desventajas. Quizás usted ya tenga su propio sistema, o tal vez, está tratando de decidirse por aquel que pueda brindarle los mejores resultados. Cualquiera sea su situación, hay muchas cosas que debe saber al respecto.
Comencemos por la antigua chimenea. Esta siempre ha sido el sueño de los románticos y el caballito de batalla de los arquitectos y decoradores, quienes aseguran que el fuego es perfecto para imprimirle estilo y seducción a una esquina de la casa o al rincón de lectura.
Pero el rendimiento de una chimenea es en realidad muy bajo ¿Por qué motivo? El calor que disipa el humo no se utiliza en absoluto, porque éste es expelido inmediatamente hacia el exterior y no sólo se pierde el
calor del ambiente que se desea templar sino también el del resto de la casa. El único modo de mantener la calidez es su uso prolongado lo que conlleva un consumo desmesurado. Otra de sus contras es que se debe contar con un espacio considerable para guardar la leña y con muchísima paciencia para vivir limpiando las cenizas de la combustión.
De todos modos, si usted ya tiene una
chimenea instalada, tenga presente cerrar la llave del "pulmón" siempre que el fuego esté apagado: así evitará que el calor del ambiente continúe fugándose a través del tiraje.
Si a pesar de sus desventajas, su deseo es utilizar una chimenea como
elemento decorativo, recuerde que la misma es compatible con la calefacción central y los radiadores, los cuales ambientarán la casa. Otra alternativa son las
chimeneas que funcionan a gas: pierden un poco en estilo pero ganan en practicidad. Además, en relación al costo de la leña -obviamente según el lugar donde usted viva- resultan más económicas.